En los museos solemos ver piezas del pasado, que nos remiten a otras épocas, sus usos y costumbres. Una colección de objetos que nos permite reflejarnos en el espejo de lo que alguna vez fuimos, acercarnos a ese ayer que inevitablemente también nos constituye. En esta oportunidad, la exhibición de Museo de la Justicia (Prueba 1), está ligada a una expresión de deseo, de dejar atrás lo que no queremos que perdure, lo que no nos hizo mejores, sino que empobreció nuestra humanidad. Como si fuera una visita guiada documental, una de las cuatro actrices en escena rememora y cuenta: “Comenzaremos el recorrido por la era Justizoica, una colección de tragedias, cúmulo de desilusiones y exhibiciones de los engranajes de la máquina de matar. En esa era el mundo estaba organizado por estados nación neoliberales, capitalistas y patriarcales”.

Determinar el género y atenerse a las consecuencias, es decir: si naciste nena, nena serás toda la vida. Los genitales definen y condicionan. El género dominante era el masculino, con luz roja para ejercer el poder sobre el femenino, considerado más débil, y someter a su capricho los recursos del planeta. Estas son algunas de las características del contexto socio-cultural de la era Justizoica. ¿Historia antigua?

Con agudeza, profundidad, humor e ironía, la directora y las cuatro actrices de la obra, integrantes de La Zancada Teatro apuestan a un sueño. Se ubican en un presente florecido de  organización e igualdad, con el abrazo colectivo y las alianzas amorosas como moneda corriente. Atrás quedaron las estadísticas de femicidios, transfemicidios y travesticidios, el atropello machista, el individualismo que reseca y la injusticia que espanta. Recordar para no repetir, el alivio del salto en el tiempo habilita la posibilidad de  imaginar otro mundo. La ficción como un territorio de quimeras que apoya los pies en lo posible.

Julieta Costa, Aldana Pelicani, Alejandra Escalada y Nabila Hosain despliegan su talento en el escenario, y Carolina Ayub aporta el suyo desde la dirección. Este proyecto   contó con el apoyo del Laboratorio de Experimentación en Comunicación y Artes Escénicas de Cooperativa lavaca en una serie de encuentros con la periodista, escritora y socia fundadora de lavaca y del Observatorio Lucía Pérez, Claudia Acuña.