La compañía de teatro La Zancada lleva a escena la máquina judicial en una obra que la toma desde el humor para reírse y no llorar. El resultado conmueve y hace pensar. Cómo hablar de “lo que ya no está” cuando la realidad supera a la ficción.
Una visita a un museo puede ser un gran plan: quizá no todo sea silencio y quietud. Antes de bajar a la sala de teatro, una de las anfitrionas advierte: “Está permitido cerrar los ojos si las imágenes hieren susceptibilidades; está permitido hacer nuevas conexiones neuronales, tener contradicciones, dudar de todo lo que saben o lo que creen que saben, afirmar algunas cosas, mezclarlas”. Y aclara que no está permitido tocar las “figuras vivientes”. Desconcierto. Nos pide que la acompañemos y, escaleras abajo –donde está ubicada la sala teatral MU Trinchera Boutique en Riobamba 143– llegamos al Museo. ¿Qué hay ahí?
En los museos solemos ver piezas del pasado, que nos remiten a otras épocas, sus usos y costumbres. Una colección de objetos que nos permite reflejarnos en el espejo de lo que alguna vez fuimos, acercarnos a ese ayer que inevitablemente también nos constituye. En esta oportunidad, la exhibición de Museo de la Justicia (Prueba 1), está ligada a una expresión de deseo, de dejar atrás lo que no queremos que perdure, lo que no nos hizo mejores, sino que empobreció nuestra humanidad. Como si fuera una visita guiada documental, una de las cuatro actrices en escena rememora y cuenta: “Comenzaremos el recorrido por la era Justizoica, una colección de tragedias, cúmulo de desilusiones y exhibiciones de los engranajes de la máquina de matar. En esa era el mundo estaba organizado por estados nación neoliberales, capitalistas y patriarcales”.
Determinar el género y atenerse a las consecuencias, es decir: si naciste nena, nena serás toda la vida. Los genitales definen y condicionan. El género dominante era el masculino, con luz roja para ejercer el poder sobre el femenino, considerado más débil, y someter a su capricho los recursos del planeta. Estas son algunas de las características del contexto socio-cultural de la era Justizoica. ¿Historia antigua?
Con agudeza, profundidad, humor e ironía, la directora y las cuatro actrices de la obra, integrantes de La Zancada Teatro apuestan a un sueño. Se ubican en un presente florecido de organización e igualdad, con el abrazo colectivo y las alianzas amorosas como moneda corriente. Atrás quedaron las estadísticas de femicidios, transfemicidios y travesticidios, el atropello machista, el individualismo que reseca y la injusticia que espanta. Recordar para no repetir, el alivio del salto en el tiempo habilita la posibilidad de imaginar otro mundo. La ficción como un territorio de quimeras que apoya los pies en lo posible.
Julieta Costa, Aldana Pelicani, Alejandra Escalada y Nabila Hosain despliegan su talento en el escenario, y Carolina Ayub aporta el suyo desde la dirección. Aldana: “La palabra museo nos permitía pensar en algo que ya no está, que no existe. Vas al museo a ver algo que pasó en un momento o que quedó para ser visto y reconocido”. Suma Julieta: “La imagen inicial de museo tiene que ver con algo estático, ordenado, institucionalizado. Este museo tiene dinamismo, son figuras vivientes que traen otras ideas”. El concepto de contra-museo fue tomando forma, un espacio carente de solemnidad, más cercano al movimiento y la proposición. Las escenas nos despiertan interrogantes, interpelan el quehacer cotidiano y atraviesan la fina capa del adiestramiento social arraigado en la más mínima de nuestras acciones. Es más fácil detectarlo en el charquito ajeno y hacemos agua cuando lo reconocemos en el nuestro”.
Carolina, Julieta, Aldana, Nabila y Alejandra llevaron sus inquietudes y experiencias y las expusieron durante el proceso creativo de la obra. Así se fue moldeando la pieza artística. Alejandra explica: “Desde un principio dijimos que íbamos a hablar por nosotras y desde nosotras porque no somos quiénes para representar a nadie. Lo hicimos desde nuestra experiencia y de lo que nosotras podemos aportar desde nuestra propia voz”.
De la mano de Carolina el teatro de objetos hizo su aporte. Feminismo bastardo, el libro de María Galindo, la activista, escritora y gestora de la colectiva boliviana Mujeres Creando y su definición del feminismo intuitivo también fue ingrediente para el amasado de la obra. Una serie de encuentros en el marco del Laboratorio de Experimentación en Comunicación y Artes Escénicas de Cooperativa lavaca sirvió de estímulo para masticar conceptos trabajados en la exposición de la periodista, escritora y socia fundadora de lavaca, Claudia Acuña durante el Diplomado en Pensamiento Feminista y luchas sociales en enero de este año en La Paz, Bolivia, organizado justamente por Mujeres Creando. Continúa Carolina: “Sumamos lo que nosotras habíamos traído, leído, experimentado, sabido, siempre hablando en primera persona, que las escenas no sean desde un feminismo de lo que tienen que hacer las mujeres, sino desde lo que nosotras habíamos padecido, ocuparnos de la problemática de lo que nos pasaba y después volcarlo en alguna estructura. Había varias opciones de estructura y nos quedamos con los contra-museos, que vienen del mundo del teatro de objetos”.
Heteroempresarius
En la era imaginaria a la que hace referencia la obra, denominada Justizoica, la justicia estaba en manos del heteropitecus, “vulgarmente conocido como hombre, macho o varón”. Se cree dueño de todo y dispone a su antojo y conveniencia. Hay tres tipos de heteropitecus: el heterobasicus, de masculinidad frágil y sensible que necesita reafirmarse. Cualquier situación le viene bien para hacer alarde de su aparato reproductor, se apasiona por el fútbol y la grosería forma parte de su léxico habitual. El heteroempresarius: a simple vista parece ser un poco más evolucionado, pero como ya sabemos, muchas veces las apariencias engañan. Y el heteroartisticus: bajo la excusa del arte satisface sus intereses personales y se cree un factor vital para que las mujeres puedan desarrollarse artísticamente. Con el encendido de las carcajadas, La Zancada propone seguir sumando categorías a esta clasificación que les divirtió agrupar. Carolina cuenta sobre el proceso de creación de la obra: “Se generó una intimidad de género donde había muchas cosas de cualquiera de las escenas en las que en un 80% me reflejaban. No era un material ajeno, distante. A veces tomás un tema y lo traés y otra cosa es ya tener el tema, como traer un recorte histórico, un momento y decir lo traigo para poner en escena, me lo apropio. Ese sería un procedimiento, pero este es un procedimiento vivo donde traemos algo, que ya está pasando y que urge decirlo en este contexto y de esta manera”.
No solo de detectar ideas y pensamientos patriarcales en las masculinidades se ocuparon las chicas durante la elaboración de la obra, sino que también las conductas machistas en las femeneidades fueron tenida en cuenta. Extraídas del libro Feminismo bastardo, las categorías femeninas seleccionadas por las chicas son tres, de las diez que propone Galindo. La machiresignada: afirma que por supuesto hombres y mujeres no somos iguales, atribuye el poder del pensamiento antes de la acción a lo masculino y la conducta femenina muchas veces como consecuendia de la alta sensibilidad y como efecto del funcionamiento hormonal. La machimaterna: actúa con exceso de comprensión y justifica casi todas las actitudes patriarcales de los varones que la rodean. Y la machisobreviviente: no quiere ser acusada de feminazi, no cuestiona al machismo y allana los caminos para una falsa armonía que no la incomode. Las escenas muestran caricaturas que identifican. Caro explica: “Las escenas fueron hechas no con una búsqueda de un afuera, sino desde adentro y viendo cómo esos problemas nuestros son resultado de un entramado social, no es solo mi problema, deja de ser solo mío”.
Museo de la Justicia (Prueba 1) germinó en los preparativos del Zancadazo, el Festival de Teatro que organiza La Zancada y va por su sexta edición. Se llevó a cabo en el mes de julio de este año, en el espacio cultural Arte y Vida, en Martín Coronado, partido de Tres de Febrero, a pocas cuadras de la estación. El Festival exhibió ocho espectáculos seleccionados entre más de cien propuestas recibidas de distintos países de Latinoamérica y dio espacio a talleres de feminismo, teatro y gestión y teatro de objetos. Durante la pandemia las producciones de La Zancada fueron materializadas en unipersonales, dadas la características de un momento en el que reunirse a crear y ensayar no era una opción muy alentada. Entonces Museo de la Justicia volvió a abrir la posibilidad de juntarse para moldear este hecho artístico. Nabila: “Más allá de pensar para quién lo hacemos y cómo lo hacemos, hubo una pulsión de decir hablemos de esto sea como sea, busquemos la manera. Siempre hay muchas temáticas que podés abordar, especialmente en la coyuntura del año pasado y de este año. Había en nosotras una necesidad de tocar estos temas, una necesidad de traducirlo de alguna manera a nuestro quehacer teatral”. Agrega Aldana: “Nos han preguntado por qué desde el humor. Yo primero contesté porque no sabemos hacer otra cosa, pero no es que no sabemos sino que tenemos la capacidad de corrernos, de poner situaciones reales y empezar a correrlas al punto de que este juego te permite reírte de cosas que no son graciosas, pero que empieza a ser un sello nuestro y que tiene también que ver con un grotesco más ríoplatense, tiene que ver con nuestro teatro, con un teatro que conocemos”.
Inoculación religiosa
“Problemas domésticos”, simplifica el comisario representado por Aldana cuando se habla de una denuncia por violencia machista. Una fiscal interpretada por Nabila asegura que los agresores seleccionan a sus víctimas ya que todas corresponden a “un perfil sumiso, tranquilo, que no sabe decir que no” y afirma que a su hija no le podría pasar algo así porque ella la educó de otra manera. Un periodista varón “experto en género”, en la piel de Alejandra, se escandaliza y anuncia que los hombres también sufren y mueren. Los textos de la fiscal y el periodista fueron tomados de la realidad, con pequeños retoques, siguiendo la metodología de la obra Estar System creada y producida por el Laboratorio de Experimentación en Comunicación y Artes Escénicas y dirigida por Elisa Carricajo, actriz, directora, dramaturga e integrante del colectivo artístico Piel de lava. En Estar System, los textos de la actriz Sofía Diéguez y el actor Guido Veneroni provenían de entrevistas o declaraciones de músicos que en su momento fueron “cancelados” –o no– por haber sido protagonistas de episodios de machismo explícito e inadmisible. Alejandra: “Y de hecho nos sigue pasando que muchas veces la realidad supera la ficción. Vemos cosas en nuestra vida cotidiana, en Tik Tok, en Instagram que decimos esto es para el Museo”. Se escucha cantar en la obra algunas canciones que se transformaron en hits, cuyas letras escuchamos y cantamos cientos de veces y con el tiempo los oídos encendieron las alarmas, como “si te agarro con otro, te mato”, un clásico del fallecido cantante Cacho Castaña. Aldana: “Una de las canciones que más habíamos bailado hace mención a un abuso a una menor de edad. ¿Y si todo esto lo incluimos? En eso la obra logró llegar a personas que la vieron y dijeron ah, esto no lo había pensado”.
El mal llamado “descubrimiento” de América, la inoculación de una religión ajena a fuerza de un genocidio, el saqueo programado, la ardua tarea de descolonizar lo injertado desde hace 500 años, también son parte de la obra. Porque nada se construye de la noche a la mañana y todo deja su huella. Museo de la Justicia (Prueba 1) es una pieza no acabada, es decir, abierta y en movimiento. Resume Carolina: “Se llama Prueba 1 y podría haber 157 pruebas más: eso invita al final de la pieza a que se sume el público a hacer lo que falta. De hecho tenemos muchas más escenas, entonces también la pieza puede ser la prueba 2, pueden ser otras piezas conectadas de distinta manera. Tenemos mucha producción de escenas y cosas por desarrollar, y eso permite que haya un espacio de pensamiento vivo”. Continuará…